"Pido perdón de la única forma que sé".
Sigo siendo la misma, llena de dudas, preguntas, emociones. Pero la experiencia por fin pudo más que yo. Finalmente, todos tenemos secretos.
Los míos son profundos, escalofriantes y tal vez cómicos.
Hay momentos en los que analizo el curso de mi vida, y muero de miedo al ver el cambio radical que provoca el movimiento de una simple variable. Ya no es sencillamente seguir el camino que se tiene en mente, sino escoger dicho camino primero. ¿Quiero cambiar el actual?
Día a día, me levanto, me miro al espejo y no me encuentro. ¿Cómo se sobrevive cuando no se sabe quién es? Me siento cómo una libreta deshojada, sin espacio ya para ni una sola letra. ¿Qué hay después de eso?
Por la mañana quiero saber, por la tarde quiero correr, por la noche pienso que no me importa nada. Quiero decirte, quiero encontrarte, quiero buscarte, y encontrarte. Quiero que leas esto y algo en tu pecho te diga que me encuentres.
Pero, si vinieras a mi encuentro… abriría esa caja. Tengo miedo. Tengo dudas. Y, tengo tanto que dar.
¿Por qué? ¿Por qué soy esa eterna dadora complaciente? Te veo, y sé que te daría todo lo que me pidieras. Es una falla en mi carácter, un defecto de fábrica, una programación ineludible en mi cerebro. Te puedo decir todo lo que quieres escuchar, te puedo dar todo lo que quieres tener.
Pero, ¿y yo?
Yo quiero dar.
Oyendo: Devuélveme La Vida-- Ernesto D'alessio