martes, noviembre 25, 2008


"We breathe. We pulse. We regenerate. Our hearts beat. Our minds create. Our souls ingest. Thirty-seven seconds, well used, is a lifetime".


Es curioso como uno se siente casi obligado a escribir cuando las emociones lo abruman. Normalmente son emociones atribuladas. Me he dado cuenta, después de tener un blog por 6 años, que la mayoría de mis posts son como una rejilla de ventilación para mis aflicciones. Y me siento tan agradecida de tener este espacio. Qué tan público, o qué tan privado es; eso ya no lo sé. Y, francamente, me interesa poco.

En estos últimos días he estado muy abstraída. Los dedos de mis manos se despellejan de preocupación (un síntoma delator de mi inquietud). Muchas cosas me han pasado; la vida me aturde.

Recuerdo que alguna vez, quizá más de una, escribí acerca de la muerte. No es un tema que toco seguido, porque realmente no hallo mucho que profundizar en el término de una vida física.

No es la muerte en sí lo que me aterra. Si mi vida termina, pues sanseacabó; pero le tengo miedo a la agonía. A los meses y meses en hospitales, recostada sin hacer nada, con doctores picoteándote y drogándote. A eso no quiero volver nunca, y no se lo deseo a nadie, jamás.

¿No es, acaso, preferible una muerte indolora? En un caso ideal, se despide uno y se desvanece imperceptiblemente, sin suplicio alguno. Pero la realidad me golpea en la cara y me recuerda que el dolor es innegable.

Te extrañaré desmesuradamente, pero si has de partir, oro para que sea lo menos agonizante posible. Que no te quedes en ese estado moribundo; que te vayas pronto. Me va a ser muy difícil acostumbrarme a tu ausencia, pero sé que te volveré a ver. Los tiempos de Dios son perfectos.

Hace años no me pude despedir; continuamente me arrepiento por eso. Tengo esa migaja de quebranto atorada en la garganta, ese remordimiento atascado en el corazón. Y mi mamá no para con el reclamo. Pero esta vez no será así, porque voy a hacer todo lo que me sea posible para decirte hasta pronto.

Mi última abuelita se me va. Cómo duele.


Oyendo: Flight To The Ford—Howard Shone

miércoles, noviembre 19, 2008


"Hoy puede ser un gran día imposible de recuperar, un ejemplar único, no lo dejes escapar".


¡Qué difícil es decir las cosas! De alguna manera oírlas salir de mi boca es una pizca de perturbación y algo dentro de mí se alborota, se intranquiliza. Decir lo que uno siente es muy dificultoso. Se sale del corazón y va a parar al viento o sabrá Kaiosama a dónde.

Me puedo tardar segundos en sentir una emoción profunda, pero siglos para pronunciarla. Escuchar mis propias palabras afirmando lo que está en mis entrañas es algo que me estremece. No sé si sea miedo… muy probablemente lo es, pero no sé miedo a qué.

Usualmente lo escribo porque de algún modo tiene que salir, si no, estallo. Leerlo es una cosa, pero oírlo es otra. Y con mi propia voz… qué estrépito. Mi voz, titilante, intentando vocalizar emociones, tratando de emitir sensaciones. Es embarazoso e incómodo. AWKWARD.

Antes podía decir las cosas (aunque siempre he tenido problemas para expresar emociones), pero ahora tengo una maraña de traumas atorada en la garganta y no me permite hablar. Mi voz se atasca y mis ojos, que siempre han sido fácilmente intimidables, se llenan de fugas. Mi corazón aguado escurre. Vorágine confusa.

Quiero acostarme en un prado y mirar el cielo por horas.


Oyendo: Greensleeves—Dueto Jáuregui-Canto

domingo, noviembre 16, 2008


"Si mis ojos dicen 'Te quiero', no pidas a mis labios una explicación. Las palabras se las lleva el viento, y las miradas se las guarda el corazón".


Nunca en mi vida le vuelvo a escribir cartas a nadie. ¿Para qué? ¿Para dejarme expuesta en letras por siempre? Hoy me prefiero guardar todo y no confiar en nadie. Tortuga tiene razón.

¿De qué me sirve que me digas todo, si al final del día seguimos igual? ¿Por qué caracoles no puedo tener una vida normal? ¿Por qué, maldición, tengo corazón de pan remojado? He tratado de engañar al mundo, pero la verdad es que siempre he sido una tonta. Siempre confío, siempre caigo. Y me levanto, y confío y me vuelvo a caer. ¿Qué me queda hoy sino levantarme?

Algo dentro de mí sabe que muy pronto me voy a dar un catorrazo bárbaro. Lo veo venir, lo siento cerca. ¿Qué se hace después? Pues se soba uno y se levanta. El moretón estará ahí por un tiempo, pero luego desaparecerá. Dependiendo de la herida, puede que deje cicatriz, puede que no.

¿Contra qué compite una? Lo sé y no lo sé. ¿Con quién la comparan a una? Lo sé y no lo sé; y no lo quiero saber. Ya sé lo que viene. Creo saber en qué termina todo… ¿qué se le va a hacer?

Exigo un trueque. Mi corazón de pan remojado a cambio de un corazón de piedra. ¿Quién me lo cambia?


Oyendo: Romántico Incurable—Banda Pequeños Musical

miércoles, noviembre 12, 2008


"El azar es la metáfora perfecta".


Hoy me jugué el todo por el todo, y me cayó un veinte encima. Me aplastó como yunque.

Hay cosas que uno no puede entender a menos que esté solo. No puedo seguir en esta carrera en que me tiene la vida, por eso me voy a sentar en una banca hasta que sepa bien a dónde quiero llegar. Necesitaba un break, lo pedí y me fue dado. Soltera de nuevo, es la única manera en que puedo restablecer mi relación con Dios, que es la más importante para mí en esta vida. Cerca de Él, todo se esclarece. Esta incertidumbre de mi situación se puede transformar en un día claro de Abril.

Este hiatus me desestresa. Prefiero estar soltera a que me digas que no sabes cuándo estaremos juntos de nuevo. Me duele menos de esta manera, y mi salud espiritual puede sobrevivir.

Fuera de los hechos más recientes en mi vida, la necesidad de una relación normal y el suplicio de ver mi amor morir eran demasiada tortura. Sé que estás allá por mí, pero ¿de qué me sirve eso si el amor se me muere ahorita? ¿Cuál es el precio?... Necesito espacio, tiempo y una gran cantidad de chocolates. Tal vez alcohol.

Estoy exhausta. Las distancias son un calvario y se me acabaron las fuerzas. Debo parar, sosegarme, reponer energías. ¡Qué tormento! Me duelen todas las cosas abstractas posibles. Y, a la vez, otras se sienten liberadas. Es la mezcla de emociones más rara que he sentido en toda mi vida, y eso ya es decir algo.

Desbarajuste se queda corto. Barahúnda es poca palabra.

Tengo miedo, congoja, nervios, hambre, alivio, fatiga, sinsabor, quietud, guerra, consuelo, turbación, desahogo.

Hoy me toca estar desorientada y apabullada. Esperemos que mañana me toque algo mejor.


Oyendo: Para Que Regreses—El Chapo De Sinaloa





martes, noviembre 11, 2008


"Un sobresalto constante, estoy en una olla a presión".


Todo es tan relativo, tan confuso. ¿Fácil o difícil? El tiempo no ayuda.

Hay tanto que tengo que decir, pero se aglutina en mi garganta y no lo puedo pronunciar. Se arremolina en mi mente y es casi imposible de escribir. ¿Qué pensar, qué decir, qué hacer? Nada sé.

Bueno, sé qué quiero, pero no cómo obtenerlo. Lo más curioso es que pensé que ya lo tenía (y por algún tiempo lo tuve), pero se me perdió. No sé si el camino, o la brújula, pero algo se extravió. Y tengo miedo. Porque cuando pierdes el camino, el futuro se parte en muchas posibilidades. Eso me asusta… cruel incertidumbre, ¿por qué juegas conmigo?

Necesito más tiempo, pero estoy en una carrera con la vida; si me detengo, ella me rebasa y no se espera por mí. No obstante, tengo que pensar. Rumiar eternamente.

¿Es tan malo querer una vida normal?

Sólo me quiero refugiar en palabras divinas de aliento, y que diga la vida lo que quiera.


Oyendo: Send Me On My Way--Rusted Root





domingo, noviembre 09, 2008


"Jugando siempre, apostando siempre, a cara o cruz".


Pues resulta que ya tenía yo todo listo para cambiar de lay, pero al Blogger se le ocurrió empezar a usar XML, lenguaje que no comprendo. Entonces todo mi código en HTML ya no puede ser usado y lo tengo que pasar, de algún modo mágico, a XML. ¡Qué gorro! Tan bonito que me había quedado y todo. Oh, desilusión.

Ando muy tambaleante. Me duelen mis rodillas, y sigo sin mi decaf. Entre más reflexiono, más preguntas salen. Y también más recuerdos. Hace poco releí varios posts viejísimos que me sirvieron para agregar más pasto al rumiado aparentemente eterno. Quiero irme a un parque, sentarme en un columpio y volar por siempre. Sentir el aire en mi cabello, despreocupada de la vida y de la muerte. Pensando en las nubes, en los perros, o en Dragon Ball. En todo menos en este desasosiego de adultez; este océano de congoja, estrés, presión e impuestos. ¿En qué momento dejé esa vida simple? ¿Hay manera de volver? Sí, yo sé. Pero nunca hace daño preguntar.

¿Cuándo salí del capullo? Estoy cansada de ser mariposa. Recuerdo que cuando tenía 13 años era fea, usaba unos lentes enormes y jamás peinaba el estropajo que tengo por cabello. Pero era mi vida tan sencilla. Las hormonas aún no hacían grandes estragos, los estudios no eran mucha complicación y siempre tenía tiempo para todo. Hoy ya no uso lentes, mi pelo siempre está arreglado y las crisis emocionales son una masacre brutal.

Graduada en sensiblería, soy tan susceptible. Así nací: sensible, efusiva e inestable. Me juego el todo por el todo, me aviento sin paracaídas; siempre confío. Tengo que ser más dedicada en esta vida y desarrollar ese algo que me quite estos remolinos que se hacen llamar emociones.

¡Allá va la ola! Y allá voy yo con ella. Las hormonas surfean felices mientras yo me ahogo en dramas que mañana serán disparates. ¿Por qué nunca aprendí a nadar?


Oyendo: Electricity--Anathema





viernes, noviembre 07, 2008


"La vida es una tómbola de luz y de color".


Sabio Johnny Laboriel.

Es una excelente analogía para la vida. En especial la mía en este momento.

¿Les ha pasado que a veces las cosas suceden demasiado rápido? No te da tiempo de pensar y, de pronto, la tómbola deja de girar y te avienta un papelito a la cara. De luz y de color. De luz y de color. Y uno, desconcertado, trata de recoger el mentado papel del piso para leerlo. Y esto es sólo echarle el ojo a lo que dice, porque descifrarlo, interpretarlo, y encima proceder a un plan de acción cuando se ha leído el papel... eso es un lío aparte.

Recuerdo que en algún post antiguo hice una metáfora acerca de un helado de guayaba y otro de mango. ¿Justamente ahora? Qué sé yo.

Frases cortas que significan tantas palabras sin escribir. Inefables sentimientos que tengo que describir con figuras de helados, porque me faltan palabras. ¿O me sobran? Muchas o pocas, se tendrán que quedar dentro de la heladería.

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Hoy me acordé de ti. Ahora sí te me perdiste. ¿A dónde te has ido? Hace tanto que no sé de ti… ¿me recuerdas? Tu ausencia me delata sensible. Has de saber que sigo sucumbiendo a las emociones como el primer día. Aún soy esa escultura de hielo, como me apodaste. Todavía me acuerdo de ti cuando veo cierto personaje, y me pregunto si estás bien. Han pasado años, y me preocupo. Como toda buena mujer, pienso las peores cosas… ¿vives?... Ya no tengo manera de encontrarte, ¡qué impotencia!...

¿Sabes? Hoy tus consejos me hacen mucha falta. Tu amistad para mí es algo muy valioso. No quiero decir era, porque no se ha muerto aún. Confío en que vives, en que eres feliz. Pero en días como hoy, la confianza no me basta… ¿En dónde te has metido?
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¡El miércoles fui a la Fiesta de la Radio! Fue fantástico, y bailé, y bailé, y bailé. Y cuando terminó, bailé más en mi casa. Descubrí grupos que no conocía y que muy probablemente agregaré a mi lista de música lo más pronto posible. También, ya en mi casa, hubo parloteo entre Tortuga y yo. Eventualmente se transformó en aullidos al ritmo de canciones llegadoras. ¿Quién diría que el mink y la mezclilla?

¡Yo sólo quería un café con poca azúcar! Pero resulta que el café me da dolor de estómago, y no debo tomarlo. ¿Pero un descafeinado sí?


Oyendo: Dime Que No—Ricardo Arjona





martes, noviembre 04, 2008


"There is a time for departure even when there's no certain place to go".


Ayer me aventuré a Portales con Tortuga y Bgirl. El plan era ir a La Fama a comprar un estambre de lana para tejerle a Bgirl una bufanda porque se va a Finlandia. No sé por qué se decidió irse a ese país nórdico en temporada de invierno, pero allá ella. A la que se le van a congelar los globos oculares es a ella, no a mí. Total, que no pudimos comprar nada porque La Fama estaba cerrada. Pero comimos pancita en un lugar triple B… está bien, confesaré: no era tan bonito, pero sí era bueno y barato. Estoy segura que volveremos ahí, a pesar de que el mesero nos atendió como a sus calcetines.

Hoy tuve un antojo incontrolable de comer higos. Fue tal que no pude soportarlo y me escabullí a Jamaica en la búsqueda de la tal infrutescencia. No tardé mucho en encontrarla, comprarla, estar en casa y comerla. Todo pasó tan rápido; una mordida, escurrimiento, no tuve control… ¡oh, higos! ¿Dónde habían estado toda mi vida?

También compré ciruelas.

Pasé mi resto de la tarde dibujando, y la pieza en sí me hizo pensar en una historia que necesita ser escrita. Tal vez la implemente a mi proyecto en curso, o la convierta en un proyecto aparte. Aún no lo sé, pero ya lo estoy escribiendo. A lo mejor se lo agrego a la historia de Maggie, qué sé yo.






Hablando de saber, hace poco me enfrenté a una de esas situaciones acerca del saber. En verdad me molesta (y lo he posteado innumerables veces) que la gente cambie conmigo cuando se entera de cosas en mi pasado. ¿Qué importa lo que ya pasó? Es cierto que me ha formado el carácter y he crecido gracias a esas experiencias, pero el hecho en sí ¿qué importa? ¡Nada! Es lo que yo digo.

Total, que estaba platicando por msn con Ge de Gato, y sale a colación cierta experiencia dolorosa de mi pasado. No me molesta hablar de ellas, en especial cuando por medio de mi ejemplo se puede ilustrar y/o ayudar a otros. Pero mira que de eso a estarme echando baldes de lástima en la cabeza, hay una diferencia. Me ahogo en conmiseración y se muere la charla. ¿Qué necesidad de tratarme como alma en pena? Sí, me dolió. Sí, algunas todavía duelen. Pero no estoy en mi lecho de muerte, agonizando, con el pelo suelto en una cama llena de cojines mientras suena un melancólico violín. ¡NO! Me enerva que me traten como si tuviera cáncer terminal o un tumor en el cerebro. Manejando todas sus palabras con delicadas tenazas, como si al primer error fuera yo a explotar y morir.

No soy imperturbable, eso todo el mundo lo sabe (la verdad es que tengo corazón de pan remojado…). Pero si digo “No hay problema”, es porque se puede hablar del tema. No es para que me echen en la cama y me encierren en un cuarto de hospital con un violinista mustio. Como dijo Daddy Yankee: Lo que pasó, pasó. Que si me engañaron, que si me quise suicidar, que si esto o aquello. ¿Qué más da? Dios está forjando en mí un carácter, y francamente, lo que más me interesa es llegar al resultado que se espera de mí; no detenerme en las operaciones matemáticas que se han tenido que llevar acabo para llegar al producto. Que si sumaron confianza y lo multiplicaron por embustes; el orden de los factores no altera el producto. ¡Me exaspera que no entiendan eso! ¿Por qué les es tan difícil vivir en el presente? NOOOOOOOOO, tienen que estar alojándose en el sufrimiento pasado, en todas las cosas negativas. Y digo yo, ¿qué necesidad?

Osh, sí sufrí y qué, y qué, y qué. Aquí sigo, y ustedes también. Salgan de esa morada enmohecida. ¡Ahuéquenle, y vivan en el presente, mijos!


Oyendo: One Last Look—Thomas Newman