viernes, febrero 27, 2009


"How can it be that we can say so much without words?".


Y, sin embargo, hay veces que las palabras son tan necesarias. Generalmente, me encuentro en una situación paradójica en la cual me urge expresar por medio de palabras algo que es irremediablemente inexpresable. Pero el cerebro, necio como él solo, sigue intentando encontrar esas palabras precisas.

Hoy es uno de esos días.

Las crisis emocionales (y, ¿por qué no decirlo?, financieras también) de hogaño le han dado un tono un tanto gris a mi pobre blog. Ya va siendo hora de que le pongamos más color al asunto.

En este día danzo, boyante. Dichosa y sorprendida como ese niño que se encuentra una moneda inesperada en sus bolsillos.

¡Una buena noticia! ¡Bienvenida sea!

Casi no la reconozco, con lo frecuentemente que me visitan sus primas; esas desagradables arpías a las que tanto les gusta pavonearse enfrente de uno, trayendo consigo sólo perfidia, víboras y drama.

¡Pero, que venga! ¡Que entre! ¡Démosle la bienvenida!

Y también las gracias.

¡Qué palabra tan corta para expresar tanto! No me caben la gratitud ni la alegría en siete letras.

Mi mente sigue tratando de encontrar más palabras, pero al final no me queda más que una: GRACIAS.

Realmente el que más se merece mis gracias es mi Dios, pero no hay que olvidar a los seres terrenales que también cuentan.

Y repito: GRACIAS.

Dancemos, pues.

¡Es momento de regocijo!


Oyendo: Una rumba por aquí—Gypsy Kings

viernes, febrero 06, 2009


"Something inside me called freedom came alive".


Asfixia emocional. Y, de pronto, luz al final del camino. La puerta de la jaula se abre. El primer paso hacia fuera siempre es el más difícil…

¿Está la jaula en el piso, o al primer paso que demos caeremos hacia lo desconocido? No hay manera de saber, pero hay que salir.

¿Por qué todo duele? Me encuentro con la conclusión de que no importa qué decisión tome, últimamente todas las consecuencias afligen. ¿Será una maldición? ¿Será aquello que denominan karma? ¿O será esa tremebunda palabra llamada adultez?

Bruscamente llega y no avisa; igual que el recibo del teléfono. Cuando menos acuerdas ya tienes veintitantos y se esperan de ti cosas. Los problemas pasados pierden importancia y son reemplazados por sus primos, nuevos y mejorados. Las decisiones comienzan a tener consecuencias graves, y el drama nunca termina.

Siempre he sido bastante obtusa para las transiciones. No se me dan muy bien, a decir verdad. Sólo me queda el consuelo de que todos pasamos por ellas… y así que digan qué gran consuelo, pues sinceramente no. Pero qué se le va a hacer.

Al final del día seguimos aquí, con los mismos problemas esperando para ser resueltos. Y no nos queda de otra más que, igual que el día anterior, intentar zanjarlos de una buena vez.

¿Qué le pasó a la soñadora de ayer? Esa ninfa alada que ruega por libertad, que suplica por un minuto de mente en blanco, que implora porque se le deje vivir… ahí sigue, afortunadamente. Un poco despachurrada, pero siempre ingenua, alegre, feliz. Hay tantas cosas por las que quiere bailar, ufana y dichosa. Es realmente una pena que esté prensada por tanta adultería (que no es lo mismo que adulterio). A veces, cuando nadie mira, sale y baila, y grita, y ríe.

¡Quién la viera, tan cándida!

Baila, princesa nereida, baila. Vuela en aquel torbellino de ensueño que nunca existió, pero que sigue allí.

Nada como la fantasía.


Oyendo: Live Forever—The Rasmus