viernes, febrero 06, 2009


"Something inside me called freedom came alive".


Asfixia emocional. Y, de pronto, luz al final del camino. La puerta de la jaula se abre. El primer paso hacia fuera siempre es el más difícil…

¿Está la jaula en el piso, o al primer paso que demos caeremos hacia lo desconocido? No hay manera de saber, pero hay que salir.

¿Por qué todo duele? Me encuentro con la conclusión de que no importa qué decisión tome, últimamente todas las consecuencias afligen. ¿Será una maldición? ¿Será aquello que denominan karma? ¿O será esa tremebunda palabra llamada adultez?

Bruscamente llega y no avisa; igual que el recibo del teléfono. Cuando menos acuerdas ya tienes veintitantos y se esperan de ti cosas. Los problemas pasados pierden importancia y son reemplazados por sus primos, nuevos y mejorados. Las decisiones comienzan a tener consecuencias graves, y el drama nunca termina.

Siempre he sido bastante obtusa para las transiciones. No se me dan muy bien, a decir verdad. Sólo me queda el consuelo de que todos pasamos por ellas… y así que digan qué gran consuelo, pues sinceramente no. Pero qué se le va a hacer.

Al final del día seguimos aquí, con los mismos problemas esperando para ser resueltos. Y no nos queda de otra más que, igual que el día anterior, intentar zanjarlos de una buena vez.

¿Qué le pasó a la soñadora de ayer? Esa ninfa alada que ruega por libertad, que suplica por un minuto de mente en blanco, que implora porque se le deje vivir… ahí sigue, afortunadamente. Un poco despachurrada, pero siempre ingenua, alegre, feliz. Hay tantas cosas por las que quiere bailar, ufana y dichosa. Es realmente una pena que esté prensada por tanta adultería (que no es lo mismo que adulterio). A veces, cuando nadie mira, sale y baila, y grita, y ríe.

¡Quién la viera, tan cándida!

Baila, princesa nereida, baila. Vuela en aquel torbellino de ensueño que nunca existió, pero que sigue allí.

Nada como la fantasía.


Oyendo: Live Forever—The Rasmus

No hay comentarios.:

Publicar un comentario