"I no longer pretend to have my hands on the wheel".
Con un gato en mi regazo y unos dolores ocultos en lugares abstractos. El usual confort del ronroneo no me trae sosiego. Tengo tantas ganas de pedir perdón.
Perdón por ser vulnerable y padecer. Perdón por querer, perdón por pensar. Sobre todo por pensar… y por creer en los inventos de mi espíritu delirante.
¿Por qué le creo a esas insistentes ilusiones? No encuentro respuesta, y me vuelvo loca sin respuestas. Me desequilibrio, ineludiblemente. Oscilo entre lo que dije y lo que debí haber dicho, entre los recuerdos y las sensaciones, entre lo súbito y lo imprevisto. Todo flota en el infame hubiera. Maldito verbo muerto, nunca me dejas en paz.
Esta silente circunspección me está matando. Prudencia cautelosa, quieres salir corriendo y abandonarme, pero no puedes. Te tienes que quedar conmigo para recordarme que todo es un espejismo.
No paro de hacerme preguntas sin solución. ¿Es eso? ¿Es que no tengo solución? ¿Ya no hay nada qué hacer? ¿Es, acaso, que no tengo remedio?
Quisiera poder ser una persona simple… pensar que puedo ser una persona de esas que no tienen hilos para sujetar. Pero no soy ella.
Finalmente así es como es: no soy ella. No lo fui y no lo seré.
Apréndetelo, Emi, no fuiste, no lo eres y no lo serás. Memorízalo e ignora los desgarres silenciosos. Los mudos achaques de este corazón de pan aguado. Preténdete filósofa estoica y desecha estas doscientas cuarenta palabras taciturnas.
Oyendo: Chained to You-- Savage Garden
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