Miren. Miren la hora en la que escribo... me gustaría decir que escribo a estas horas porque estaba jugando nintendo, porque estaba en el msn, porque algo me mantuvo despierta... pero no. La realidad es que escribo a estas horas porque me acabo de despertar de un sueño... abrí los ojos, y entre lágrimas, no pude ver más allá de mi tristeza... ¿por qué tuvo que ser así?
Todas las líneas que voy a escribir son tristes... porque en estos momentos me encuentro dominada por esa emoción, y sólo escribo lo que ella me dicta. Y, a modo de advertencia, digo que las hormonas han hecho sus estragos en mí, mientras la tristeza me consume. Haciendo mi tradicional aviso, puedo escribir.
Soy tan débil. Ya no puedo con esta carga, ya no puedo seguir cargando mi tristeza con singular alegría. En mi debilidad me dejo arrastrar por esta aflicción hasta los fondos más oscuros... y allá abajo, nadie te sonríe. Recuerdo haber estado aquí antes, jamás pensé que volvería. Pero ya no puedo resistirme, ni siquiera tengo fuerza ya para eso... no puedo detener las lágrimas, mucho menos hacerlas retroceder.
Todo esto es tan difícil de soportar... ya no puedo más con esta melancolía. Trato de sacarla, pero me ahogo en mi desahogo. Yo sola me ahogo.
Y me quedé extrañando.
Me quedé extrañando lo que ya extrañaba, y extraño lo que ya tenía.
Me quedé extrañando la amistad de aquél amor de segundo semestre.
Me quedé extrañando a esas personas que su vida no es afectada, esté yo o no esté.
Me quedé extrañando ese apoyo que extrañé y que nunca volvió.
Me quedé extrañando a esas personas que ni siquiera se preguntan por mí.
Me quedé extrañando... así simplemente: me quedé extrañando.
Extraño las risas.
Extraño los abrazos.
Extraño el apoyo.
Extraño las aventuras.
Y extraño a todas las personas que tuvieron que ver alguna vez con las cuatro extrañaciones anteriores.
Y también así, simplemente: extraño.
Dios, dime ¿por qué querrías tú ponerme en esta situación? Y, perdóname por lo que voy a decirte, pero es que ya no puedo más.... ¿por qué? ¿por qué, maldición, por qué? ¿por qué así? ¿querías hacerme llorar? ¿querías ponerme triste? ¿te cansaste de mi felicidad? ¿querías verme volver a los malditos oscuros en que viví? PUES LO LOGRASTE, SEÑOR! Lo has logrado, diste justo en el centro de mi corazón; espero que estés contento.
Ya sé, Señor, que me miras desde arriba con tu eterna sonrisa, aunque debo admitir que es un poco molesta... que tú sí entiendas el porqué de todo esto y yo no. Y también sé que no vas a decírmelo, verdad, Señor? Te vas a quedar ahí, mirándome, sonriéndome... pero, Padre, necesito tanto de tu abrazo, necesito oír tu voz diciéndome que todo va a estar bien. ¿Me vas a dejar sola otra vez en este agujero? ¿cuántas pruebas necesito pasar por mí misma para que me dejes ser feliz? ¿o es que ya soy feliz? Padre, dime, dime por favor. Dime que todo va a estar bien, dime que no voy a volver a ese maldito abismo insondable... me da tanto miedo; dime, por favor, dime que no es cierto.
Es este miedo el que me hace decir todas estas cosas, Padre. Lo sabes, no? Me da tanto miedo volver a estar sola. Volver a darme cuenta de que sólo me tengo a mí. Volver a trepar por las paredes de este agujero... Padre, creí que con una vez había sido suficiente... ya no puedo volver a subir. Gasté todos mis recursos en la primera vez que lo intenté... ¿qué dices, Padre?... Sí, lo logré; aquella vez pude subir... pero no estoy segura de poder volver a lograrlo...
Es verdad, Padre, que lo superé aquella vez; pero los miedos vuelven... y, gracias a la tristeza que me has puesto encima, no puedo ver más allá de estos miedos. Estos temores que me envuelven la mente y me enredan el corazón. Dime, Padre, ¿cómo me los quito de encima?
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Y recuerdo que ya no es igual, porque ahora no estoy sola. ¿Era todo esto lo que tenía que llorar para darme cuenta de que no estoy sola, Padre? Y me pregunto, ¿era necesario tanto sufrir? Padre, me recuerdas mis propias palabras... uno sufre, porque uno quiere... porque uno lo permite, es cierto... el sufrimiento no existe, la tristeza no existe, el dolor no existe... sólo está ahí cuando nosotros le damos fuerza, es cierto. Y la distancia... la distancia tampoco existe. Porque el alma no conoce distancias. Porque uno está donde su corazón está... pero, Padre... ¿Y si el mío está en muchos lugares? ¿no tendría que romperse para poder estar en diferentes lugares a la vez?... Padre, tienes razón: qué tontería estoy diciéndote! El corazón no se rompe nunca; porque el corazón es amor, y tú eres amor, Padre. Y el amor, como tú, está en todas partes, completo y presente.
Padre, me encanta cómo disfrazas tus palabras con mi voz... me recuerda que siempre estás ahí. Incluso en estos momentos en que una se despierta de un sueño para darse cuenta de que le han disparado a su felicidad por la espalda.
Que esta nube de la que me acabas de sacar, Padre, sirva de algo. Que esta tristeza sirva para que otros se den cuenta de que son felices, o para que incluso yo, me de cuenta de que fui/soy/seré feliz. Sí, Señor, en todos los tiempos. Pondría los demás tiempos verbales, pero el párrafo perdería mucho sentido... no es que tenga alguno.
Ahora puedo dormir tranquila... sólo no me hagas soñar otra cosa de esas, no quiero tener que pasar por todo esto mañana en la mañana.
Empecé este post a la hora que dice ahí abajo (2:12am) y terminé mi reflexión a las 3:50am. Debo decir, que sí estoy cansada... mañana será otro día, y al siguiente otro, y al siguiente otro. La vida no se detiene por mí, es mejor seguirle el paso, no quiero perderme entre la neblina de la tristeza otra vez.
Oyendo: el ruido del abanico, y unas vocecitas de personas familiares que me dicen que todo va a estar bien. (sie, llámenme esquizofrénica, vamos háganlo!!! xDD)
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