viernes, abril 10, 2009


"Many people think that if they were only in some other place, or had some other job, they would be happy. Well, that is doubtful. So get as much happiness out of what you are doing as you can and don't put off being happy until some future date".


Y volvemos con el sofoco.
Un día de estos te voy a dejar de hablar y a ver qué carambas haces.

Blargh, blargh. Estoy de malas.

En serio no sé qué rayos te pasa por la cabeza. ¿Qué te hace sentirte con tantos derechos sobre mí? Ni mi mamá sabe en qué ando a cada segundo de mi vida, mucho menos tú. Créemelo.

Y no sabes cómo me irrita el hecho de que siempre quieres quedar bien conmigo. ¿Crees que eso te cambia como persona? Déjame romperte la burbujita, corazón. Sigues siendo el mismo, no importa que te me presentes como un héroe o un mártir.

Ay, pobrecito. Ay, hay que ayudarlo. Ay, hagámoslo feliz. PAMPLINAS. Me choca la gente que se hace la víctima para ganarse el cariño de los demás. Yo no soy la arregladora de vidas de nadie. Yo no soy tu salvación, tu mujer perfecta. Estoy hasta el queque de ser la salvadora de todo mundo; el amor de su vida. SÍ, CLARO. Y repito: SÍ, CLARO.

¡Qué cabreo me traigo! Más bien, me provocas.

En verdad que no te entiendo. Lo intento, pero somos tan diferentes que no me cabe en la cabeza tu manera de pensar y de actuar. No comprendo tu egocentrismo y tu interminable indignación. Hago lo que puedo por llevarla en paz, pero no me dejas.

¿Qué quieres de mí?
Sabes que conmigo tus truquitos no funcionan.
Así que, por qué no me dices de una buena vez qué carambas quieres de mí, para que podamos seguir con nuestras vidas en paz. Joder.
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Arrebatos de ímpetu a un lado, me gustaría pedir a domicilio una dotación extra de paciencia, porque últimamente se me termina muy pronto.

Hace unas horas, mi cuarto fue visitado por un demonio del polvo. Y ni siquiera es broma.

Estaba yo sentada, felizmente, enfrente de mi computadora. De pronto, de la nada, una ráfaga titánica arrasó con todo el polvo de la terraza… y me lo vino a dejar en mi cuarto. No sólo en el piso; nooooooooo, al señor demonio del polvo le pareció buena idea dejar su huella en mi cama, mi tocador, mi escritorio, mi computadora, mi librero y en mi comida.

No tengo palabras para describir la cantidad de polvo y hojas secas que había en mi cuarto. Tuve que aspirar todo y barrer como setecientas veces. ¡Vaya manera de perder el tiempo! Gracias, demonio del polvo. Por tu culpa desperdicié horas de mi vida limpiando.

Cuando por fin terminé, era hora de cocinar mis panes sin levadura para esta semana. Era la primera vez que los hacía, y he de decir que no me fue tan mal. Aunque aún no puedo entender por qué se pegaba la masa por todos lados. Probablemente porque no usé manteca, pero en fin. Quedaron un poco dulces, pero qué se le hace; igual me los comeré.

Total, que entre la tolvanera y el pan sin leudar, empezó el Sábado y ya no pude trabajar en el cartel, ni en la foto, ni en el scrap, ni en nada. ¡Qué vida!

Pasando a cuál es mi estado emocional en este momento (la pregunta favorita de Tortuga)…. Y, bueno. Describámoslo en una metáfora, porque de otra manera berreo mucho.

¿Conocen a esas personas que viven en “caos”? De las que tienen su escritorio lleno de cosas en una aparente anarquía, pero saben perfectamente dónde está cada cosa dentro de ese “desorden”. De esas que, después de que limpian y tienen espacio libre, lo van llenando poco a poco, hasta que queda igual que como empezó. Y el tocador se va poblando de cosas: hoy un cepillo, mañana una revista. Que si las tijeras, un collar o unos dulces. Y termina el mueble siendo una batahola; un jolgorio (mudo, y tal vez lúgubre) de contenedores, accesorios y objetos triviales.

Mi estado emocional en este momento es ese tocador.
No hay nada más que profundizar (por ahora).


Oyendo: Pagrag—Maksim Mrvica

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