"Y también la culpa es tuya porque tu boca me gritaba 'Bésame', tus ojos me decían 'Bésala otra vez'."
Ya me había tardado. Ayer, iba yo tan tranquila caminando por el metro Hidalgo, cuando mis ojos notaron a un señor excesivamente parecido a un tal profesor de pociones del que se rumora soy fan. Unos segundos después, se perdió entre las masas y me dije Qué suerte tuve al verlo, con tanto gentío acá. Seguí mi recorrido para transbordar. Llevada por la muchedumbre hasta las escaleras, pensaba que estaba muy lejos del pasamanos. CATORRAZO. Resulta que pisé mal y me fui de espaldas. Una pensaría que dada la cantidad de gente, tal vez no tocaría suelo, pero esas son ilusiones pasajeras. Un dolor en el sacro ilíaco me hizo recordar la distancia entre el pasamanos y yo. Debí irme por la orilla, pensé. No había caído en la cuenta de que estaba en los brazos del señor antes mencionado… sólo de imaginar mi cara de ensueño cuando lo ví rescatándome, suelto una risita. ¡Salvada por el profesor de pociones!
Cuando llegué a mi destino, me reuní con Tortuga y unas amigas de ella en el zócalo. Formadas por una hora (¿o más?), por fin entramos al mentado juego de pelota. El juego en si a mí sí me gustó, pero el narrador era malísimo. Le quitó mucho encanto (si no es que todo). Había tanta gente que no pudimos hacer mucho, y regresé a mi casa.
Ahora sí se me queman los pies. Muero por ir a bailar. Pero ya viene La Fiesta de la Radio, y ahí me voy a desquitar bien y bonito.
Ya me estoy durmiendo…
… Con su permiso, me paso a retirar.
Oyendo: Fuerte No Soy--Intocable
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