martes, noviembre 04, 2008


"There is a time for departure even when there's no certain place to go".


Ayer me aventuré a Portales con Tortuga y Bgirl. El plan era ir a La Fama a comprar un estambre de lana para tejerle a Bgirl una bufanda porque se va a Finlandia. No sé por qué se decidió irse a ese país nórdico en temporada de invierno, pero allá ella. A la que se le van a congelar los globos oculares es a ella, no a mí. Total, que no pudimos comprar nada porque La Fama estaba cerrada. Pero comimos pancita en un lugar triple B… está bien, confesaré: no era tan bonito, pero sí era bueno y barato. Estoy segura que volveremos ahí, a pesar de que el mesero nos atendió como a sus calcetines.

Hoy tuve un antojo incontrolable de comer higos. Fue tal que no pude soportarlo y me escabullí a Jamaica en la búsqueda de la tal infrutescencia. No tardé mucho en encontrarla, comprarla, estar en casa y comerla. Todo pasó tan rápido; una mordida, escurrimiento, no tuve control… ¡oh, higos! ¿Dónde habían estado toda mi vida?

También compré ciruelas.

Pasé mi resto de la tarde dibujando, y la pieza en sí me hizo pensar en una historia que necesita ser escrita. Tal vez la implemente a mi proyecto en curso, o la convierta en un proyecto aparte. Aún no lo sé, pero ya lo estoy escribiendo. A lo mejor se lo agrego a la historia de Maggie, qué sé yo.






Hablando de saber, hace poco me enfrenté a una de esas situaciones acerca del saber. En verdad me molesta (y lo he posteado innumerables veces) que la gente cambie conmigo cuando se entera de cosas en mi pasado. ¿Qué importa lo que ya pasó? Es cierto que me ha formado el carácter y he crecido gracias a esas experiencias, pero el hecho en sí ¿qué importa? ¡Nada! Es lo que yo digo.

Total, que estaba platicando por msn con Ge de Gato, y sale a colación cierta experiencia dolorosa de mi pasado. No me molesta hablar de ellas, en especial cuando por medio de mi ejemplo se puede ilustrar y/o ayudar a otros. Pero mira que de eso a estarme echando baldes de lástima en la cabeza, hay una diferencia. Me ahogo en conmiseración y se muere la charla. ¿Qué necesidad de tratarme como alma en pena? Sí, me dolió. Sí, algunas todavía duelen. Pero no estoy en mi lecho de muerte, agonizando, con el pelo suelto en una cama llena de cojines mientras suena un melancólico violín. ¡NO! Me enerva que me traten como si tuviera cáncer terminal o un tumor en el cerebro. Manejando todas sus palabras con delicadas tenazas, como si al primer error fuera yo a explotar y morir.

No soy imperturbable, eso todo el mundo lo sabe (la verdad es que tengo corazón de pan remojado…). Pero si digo “No hay problema”, es porque se puede hablar del tema. No es para que me echen en la cama y me encierren en un cuarto de hospital con un violinista mustio. Como dijo Daddy Yankee: Lo que pasó, pasó. Que si me engañaron, que si me quise suicidar, que si esto o aquello. ¿Qué más da? Dios está forjando en mí un carácter, y francamente, lo que más me interesa es llegar al resultado que se espera de mí; no detenerme en las operaciones matemáticas que se han tenido que llevar acabo para llegar al producto. Que si sumaron confianza y lo multiplicaron por embustes; el orden de los factores no altera el producto. ¡Me exaspera que no entiendan eso! ¿Por qué les es tan difícil vivir en el presente? NOOOOOOOOO, tienen que estar alojándose en el sufrimiento pasado, en todas las cosas negativas. Y digo yo, ¿qué necesidad?

Osh, sí sufrí y qué, y qué, y qué. Aquí sigo, y ustedes también. Salgan de esa morada enmohecida. ¡Ahuéquenle, y vivan en el presente, mijos!


Oyendo: One Last Look—Thomas Newman





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