jueves, diciembre 17, 2009
martes, diciembre 01, 2009
"I wish you had stayed for five more minutes...".
Tantos días encerrada y mi blog abandonado, en verdad no tengo excusa. Aunque si la influenza contara como una, la usaría. En resumen: tengo influenza A/H1N1, y estuve de claustro 7 días. De no ser por mi Celph amado que me pasó Mabi, me hubiera tirado por la ventana hace varios días. Te amo, Celphyrio! ♥ Eres el amor de mi vida (en Mabi… después de Ranald).
Y el resto de la casa no está mejor que yo. Mi pobre madre se cayó en la ducha, se rompió tres costillas, y está incapacitada por tres semanas. De pronto, me vuelvo vidente y veo muchas tensiones y malos humores en mi futuro cercano.
También descubrí cuál de las diez mil pastillas que me estoy tomando es la culpable de mi falla motriz, y la abandoné. Mira, que de por sí estoy mal, como para que venga esta píldora y me haga no poder tomar un lápiz. ¿Qué pretende?
Estuve reflexionando un poco más en lo que hablaba en mi post anterior. Ese sentimiento de exclusión, esa vacuidad necia. El momento preciso (y amargo) en el que uno comprende que hay cosas a las que nunca pertenecerá. Ya que se nos va el acerbo sabor de la boca, poco a poco, el entendimiento va siendo asimilado en un vaivén vinagroso y vago; lentamente, flemáticamente. Cada idea tosca (con púas), pasa por esa tráquea sensible y la raspa con una pachorra incomparable que dejaría apenados a los mejores quelonios. Creo que ahora estas espinosas han llegado a mi estómago, y se la pasan de lo lindo con mis jugos gástricos. Sé que eventualmente saldrán de mi sistema (esperemos que no tan lacerantemente como lo fue su recibimiento), pero me pregunto cuánto tardarán. Y ¿qué pasa cuando salen?
De momento, me distraigo con estos erizos. Pero sé que hay dinosaurios enormes con púas por todos lados… y los ignoro. Francamente, me dan miedo. No digo que los puercoespines actuales no me aterren; lo hacen. Hay días en que incluso comparo este miedo con aquellos sentimientos pubertos que creí haber dejado atrás. Esta semejanza no es coincidencia, ni tampoco lo es la enloquecedora similitud con las situaciones de ayer.
Veo la historia repetirse, pero esta vez con más mente y menos corazón. Analizo los resultados y comprendo el quebranto juvenil. Entiendo, desgarradora y finalmente, estas incógnitas que me persiguieron todos estos años. Quitarles la máscara fue tan elemental… y lo que vi causó una magulladura tremenda en mi corazón. Tan violenta y contundente, que me deja del mismo modo: indefensa y expuesta, tal como aquella vez.
Y, ya todos sabemos que cuando me siento expuesta, no razono, no manifiesto. Me refugio en palabras escritas que sería incapaz de leer en voz alta.
La diferencia hoy, es que aún al escribirlas, titubeo. Es un tartamudeo retórico y discreto; de no haberlo mencionado yo, el mundo jamás se enteraría. Pero decir (y escribir) las cosas sin pensar es una especialidad mía.
Oyendo: Intocable-- Aleks Syntek
miércoles, noviembre 18, 2009
"There was an immeasurable distance between the quick and the dead: they did not seem to belong to the same species; and it was strange to think that but a little while before they had spoken and moved and eaten and laughed".
¿Por qué tenemos la necesidad de pertenecer? ¿Por qué la seguridad de ser integrantes de algo es tan imprescindible? ¿Es naturaleza humana? ¿Es miedo?... ¿Es necesario?
Generalmente, no me preocupo por este tipo de cosas ya que crecí con mi propio espacio y estoy acostumbrada, de hecho, a no pertenecer a nada. Pero, recientemente, tuve una experiencia nueva con respecto a este tema.
La sinopsis dice así: vi una foto y me sentí no perteneciente. Esa insuperable sensación del entendimiento: que no importa lo que hagas, lo que digas, o lo que cambies, no perteneces ahí. Hay una barrera (bastante amplia, y quizá invisible) que, voluminosamente, se pone en tu camino. Y te das cuenta de que estás del otro lado. Estiras la mano, pero no alcanzas.
Ahora que recuerdo, ya había tenido una experiencia similar (¡esta memoria, caray!). El día que me gradué de prepa sentí este mismo vacío. Idéntica noción de oquedad. Como si todos se sonrieran entre ellos y yo: afásica espectadora.
Lo que nos devuelve a la pregunta inicial: ¿por qué? Esas dos palabras que me han acompañado toda mi vida y que en ocasiones han brindado maravillosas respuestas. ¿Por qué nos afecta no ser parte de algo? ¿A qué le tenemos miedo? ¿Qué precisamos de esta membresía? ¿Cuál es el propósito de esta urgente confirmación que exigimos a gritos?... ¿Es vanidad el no necesitar de esta revalidación? ¿Es todo un disparate?
Analgesia emocional, ¿dónde estás? Te necesito. Me puedo levantar sin tí, puedo seguir caminando sin tí... Puedo. De poder, puedo. Pero cómo duele.
Oyendo: A mis gatos corriendo.
martes, noviembre 10, 2009
"I no longer pretend to have my hands on the wheel".
Con un gato en mi regazo y unos dolores ocultos en lugares abstractos. El usual confort del ronroneo no me trae sosiego. Tengo tantas ganas de pedir perdón.
Perdón por ser vulnerable y padecer. Perdón por querer, perdón por pensar. Sobre todo por pensar… y por creer en los inventos de mi espíritu delirante.
¿Por qué le creo a esas insistentes ilusiones? No encuentro respuesta, y me vuelvo loca sin respuestas. Me desequilibrio, ineludiblemente. Oscilo entre lo que dije y lo que debí haber dicho, entre los recuerdos y las sensaciones, entre lo súbito y lo imprevisto. Todo flota en el infame hubiera. Maldito verbo muerto, nunca me dejas en paz.
Esta silente circunspección me está matando. Prudencia cautelosa, quieres salir corriendo y abandonarme, pero no puedes. Te tienes que quedar conmigo para recordarme que todo es un espejismo.
No paro de hacerme preguntas sin solución. ¿Es eso? ¿Es que no tengo solución? ¿Ya no hay nada qué hacer? ¿Es, acaso, que no tengo remedio?
Quisiera poder ser una persona simple… pensar que puedo ser una persona de esas que no tienen hilos para sujetar. Pero no soy ella.
Finalmente así es como es: no soy ella. No lo fui y no lo seré.
Apréndetelo, Emi, no fuiste, no lo eres y no lo serás. Memorízalo e ignora los desgarres silenciosos. Los mudos achaques de este corazón de pan aguado. Preténdete filósofa estoica y desecha estas doscientas cuarenta palabras taciturnas.
Oyendo: Chained to You-- Savage Garden
martes, octubre 27, 2009
"Pido perdón de la única forma que sé".
Sigo siendo la misma, llena de dudas, preguntas, emociones. Pero la experiencia por fin pudo más que yo. Finalmente, todos tenemos secretos.
Los míos son profundos, escalofriantes y tal vez cómicos.
Hay momentos en los que analizo el curso de mi vida, y muero de miedo al ver el cambio radical que provoca el movimiento de una simple variable. Ya no es sencillamente seguir el camino que se tiene en mente, sino escoger dicho camino primero. ¿Quiero cambiar el actual?
Día a día, me levanto, me miro al espejo y no me encuentro. ¿Cómo se sobrevive cuando no se sabe quién es? Me siento cómo una libreta deshojada, sin espacio ya para ni una sola letra. ¿Qué hay después de eso?
Por la mañana quiero saber, por la tarde quiero correr, por la noche pienso que no me importa nada. Quiero decirte, quiero encontrarte, quiero buscarte, y encontrarte. Quiero que leas esto y algo en tu pecho te diga que me encuentres.
Pero, si vinieras a mi encuentro… abriría esa caja. Tengo miedo. Tengo dudas. Y, tengo tanto que dar.
¿Por qué? ¿Por qué soy esa eterna dadora complaciente? Te veo, y sé que te daría todo lo que me pidieras. Es una falla en mi carácter, un defecto de fábrica, una programación ineludible en mi cerebro. Te puedo decir todo lo que quieres escuchar, te puedo dar todo lo que quieres tener.
Pero, ¿y yo?
Yo quiero dar.
Oyendo: Devuélveme La Vida-- Ernesto D'alessio
miércoles, julio 08, 2009
"The trouble with jogging is that, by the time you realize you're not in shape for it, it's too far to walk back".
En tantos aspectos, es tan cierto.
Uno va por la vida creyendo que sabe a dónde se dirige, sólo para darse cuenta a mitad del camino que se está cansado y/o atorado, pero es demasiado tarde para volver atrás. ¡Quién pudiera regresarme esos días simples de infancia! Cuando arreglos florales eran junglas salvajes repletas de indómitas bestias fantásticas, las cuales indiscutible e incuestionablemente eran vencidas.
En aquel tiempo, cada vez más lejano, las cosas comunes eran voluntariamente transformadas en extraordinarias, y estaba todo bien. Incluso me atrevo a decir: feliz. ¿Hoy día? Pasa exactamente lo mismo (aunque involuntariamente), ¡y es un drama de nunca acabar!
Hogaño no sólo me peleo con hormonas (esquineras desvergonzadas). Encima de los ataques mensuales de las insolentes, tengo que lidiar con crisis de transición, mutaciones en mis gustos y disgustos, así como aprietos acosadores de incalculable magnitud. (Y digo “incalculable” porque no tengo ni la más casta idea de qué proporción tienen estos mentados teatros).
Por la mañana me he dado cuenta de que no he tenido más que pesadillas los últimos meses. Y cuando no son pesadillas… y, bueno, no son nada. Eso de ya no soñar de noche me preocupa. Espero que no se contagien de esta enfermedad mis sueños de día, porque me muero.
Me siento como esas veces que doblas una pierna y te das cuenta de que no era tan flexible como la recordabas ser. Sólo que no sé muy bien qué parte de mí se está endureciendo… y también me pregunto si es todo parte de un proceso natural, o si pasa algo malo conmigo.
¿Estaré lentamente convirtiéndome en adulta? ¿o en algo peor?
Ya lo he dicho mil veces, pero esto de las transiciones no es lo mío.
Oyendo: I Just Want You to be Happy--- Bonnie Pink
miércoles, julio 01, 2009
"And I can chat with you, baby. Flirt a little, maybe. Does your mother know that you're out?".
Siempre digo que voy a seguir escribiendo en mi blog, y nunca lo hago… Aunque eso ya no es novedad para cualquiera que me haya leído alguna vez.
Tantas cosas han ocurrido alrededor mío, que no sé por donde empezar.
No quiero profundizar demasiado en el mentado incidente de la influenza porcina. De pronto 150 personas muertas de influenza porcina en México valen más que las 3000 que se murieron de malaria ayer en África. Efectivamente sin contar los que mueren de tuberculosis, o dengue. O cualquier otra cosa. Repentinamente este nuevo virus (que es peor que SIDA en el aire, aparentemente) es un arma de bioterroristas, una técnica de mercado de fábricas de fármacos, o una distracción política. Blah, que con ese trozo de opinión les baste, porque ya estoy hasta la coronilla de ese tema.
Hablando de fastidio… bueno, mejor no hablemos de él, que me pongo de mala leche. ¡Cómo hay gente que es un verdadero incordio!
Total, que me escabullí a MTY y, total, que me regresé. Creo que estuve ahí aproximadamente un mes y medio… Me la pasé bien, sin muchas experiencias en las cuales profundizar por ahora. Lo cual no implica que no hayan tenido importancia, simplemente que se han disfrutado al máximo en el momento, sin más ni menos.
Confieso que una parte de mí se quería quedar por allá, tanto por las razones que ignoré hace un párrafo, como por la añoranza de los tiempos perdidos. Pero uno hace planes y Dios se ríe.
De momento me encuentro bendecida con la presencia de un inquilino bruno bruno, que se cree sombra y me despierta en la madrugada con ojos amarillos y maullidos necesitados de amor. Tenía yo casi un año con síndrome de abstinencia gatuna, y este micho me hace producir endorfinas a lo bruto. Le hace honor a su nombre, es mi Liebchen.
Traigo ganas de pintarrajearme la greña de colores, pero siempre digo que lo haré y al final me vencen los paradigmas sociales. ¡Qué vida!
Oyendo: Dancing Queen--- ABBA
jueves, abril 23, 2009
"Sometimes your joy is the source of your smile, but sometimes your smile can be the source of your joy".
Hoy me encontré una foto mía con Dos Sílabas…
Algo me pasó, pero todavía no sé qué.
¿Qué me hiciste, Dos Sílabas? ¿En dónde enterraste lo que mataste en mí? Porque yo nunca lo encontré. Quiero parecer fuerte, quiero fingir que no recuerdo; pero esa cicatriz es ineludible. La veo en las mañanas cuando me levanto, la veo cuando me meto en la regadera, la veo en el espejo. Como si fuera una gran rajada a lo largo de toda mi cara, siempre recordándome aquéllo.
A veces, tengo ganas de escribirte con la mera intención de que sepas que una parte de mi murió por tu culpa. Pero dudo que seas capaz de sentir remordimiento.
Supongo que tu vida siguió siendo leída como estaba en el libro. Yo le tuve que arrancar páginas al mío. Recortar pedazos, remendando aquí y parchando allá; hasta que volvió la coherencia; hasta que la confianza sacó una pequeña mano de debajo de la tierra. Débil, temblorosa, insegura.
A lo que me hiciste no le encuentro nombre. ¿Destrucción? ¿Exterminación? ¿Menoscabo? ¿Estropicio? ¿Quebranto?
Hay veces que todavía busco, pero me quedé sin saber qué te llevaste.
Si nunca me quisiste, ¿por qué carambas no me lo regresaste?
Ah.
Claro.
Cómo olvidarlo, ¡era tu premio!
Seguramente lo pusiste en un estante junto a los otros.
Oyendo: Creamy & Spicy--Ai Otsuka
domingo, abril 19, 2009
"Finish each day and be done with it. You have done what you could. Some blunders and absurdities no doubt crept in; forget them as soon as you can. Tomorrow is a new day; begin it well and serenely and with too high a spirit to be encumbered with your old nonsense".
Felicidad. ¿No es, acaso, Felicidad?
No, creo que se llama Esperanza; como mi abuelita. Aquella persona que me gritaba a las cinco de la mañana y me preparaba mi desayuno antes de ir a la prepa. Mmmmm, nada como aquellos tacos de tortilla de harina con frijol.
¿Qué dices? ¿Qué la Felicidad es elusiva?
Y, me pregunto yo, ¿por qué todo el mundo dice que no puede encontrarla?
¿Por qué la buscamos? ¿Por qué no podemos simplemente verla, sentirla, serla, cantarla? ¡Pero, si es tan simple!
Hoy me toca ser feliz. A pesar de todo lo malo que hay (o puede haber, o habrá) en mi vida, hoy es uno de esos días en que nada me baja de mi nube. Voy, como Gokú, planeando en el cielo, haciendo figuras con mi nube voladora. Dichosa, revoloteando y saboreando esos recuerdos de harina y frijol.
En este día los problemas son irrelevantes. Que si veo o no veo, que si escucho o no escucho. Que me hable quien quiera, pero hoy nadie me baja de mi nimbo para contestar.
Escucho la lluvia afuera. No, más bien la huelo. Es el aroma del lodo, del parque y de aquellos días solitarios de infancia. Ja, ja. También es el olor a ese día que me quedé afuera, sin llaves. Y estoy segura que será el perfume de muchos días hermosos por venir.
Esperanza siempre juega con los otros niños; pero, pobre, es tan bajita que siempre pasa desapercibida.
Oyendo: Cheek to Cheek—Fred Astaire.
martes, abril 14, 2009
"A great preservative against angry and mutinous thoughts, and all impatience and quarreling, is to have some great business and interest in your mind, which, like a sponge shall suck up your attention and keep you from brooding over what displeases you".
Odio no poder dormir cuando me tengo que levantar temprano al día siguiente.
Hoy fue un buen día, con todo y todo. De hecho, ahora que pienso en todo… creo que no fue tan bueno.
La pequeña Esmeralda perdió su celular por segunda vez. Es injusto decir que es la segunda vez, siendo que la primera no fue pérdida sino ratería, pero esta defensa no nos regresa el aparato perdido. ¡Ánimo, pequeña princesa! Aunque todos te quieran hacer creer lo contrario, todo lo material pasa; se atrofia y se tira a la basura. No os agobiéis, princesa. El Reino os necesita.
Tal vez suene mal, pero ver el infortunio de las demás personas me hace ver que realmente soy bastante bienaventurada (por no decir bendecida, porque luego uno toca temas religiosos y la gente se ofende). No, no disfruto de la desdicha de la gente a mi alrededor. Honestamente, mi empatía me lo impide. A lo que voy es meramente el hecho de que me hace consciente de que no estoy tan mal como mi mente emo me quiere hacer ver.
Nosotros siempre tenemos los peores problemas, las peores familias y no hay desventura como la nuestra. Oh, nuestra vida es en verdad pésima. ¿Quién se apiadará de nosotros? ¿Tendremos arreglo?
Claro, nadie se acuerda de los niños desnutridos en África. Es más, ¿para qué nos vamos tan lejos? Los reto a caminar una hora por la ciudad y si no ven pobreza vienen y me cachetean por mentirosa.
Yo era de esas personas, y creo que todos lo somos, o lo fuimos en algún momento (muy probablemente en la adolescencia). Mi vida era lo peor, mis problemas arrasaban cual terrible chubasco, mi familia era un tirano inflexible; ¡nadie me entendía! Oh, woe is me.
Y, bueno. La verdad es que muchas de esas cosas que antes eran tan terribles no han cambiado. Y probablemente no lo hagan. ¿Por qué, entonces, esos viejos problemas ya no tienen relevancia? ¿Será que han sido suplantados por otros dilemas de mayor nivel? ¿O será que dejaron de importarnos?
¿Le da grandeza a un problema nuestra visión de él? ¿Qué es lo que alimenta al poder que tienen los problemas sobre nosotros? Pero, aún más importante, ¿quién les da de comer ese alimento?
Es sencillo: uno mismo nutre la supremacía de estas contrariedades. La pregunta es: ¿Por qué nos gusta tanto?
No conozco persona que no le guste ahondar en las injusticias que se le han hecho (y me incluyo, porque me conozco). Y que si nos ofendieron, y que si nos humillaron. Ay, pero no hay que olvidarnos de aquel día en que nos engañaron. Sí, eso fue horrible, hay que recordarlo. ¿QUÉ RAYOS? ¿Por qué esta naturaleza humana insiste en revivir estas cosas inservibles? ¿Qué necesidad de estar desperdiciando tiempo en recuerdos inaprovechables? En verdad que no lo entiendo, y quiero que cese.
¡Basta! Hoy le doy el día libre a todo eso. Que me vengan a molestar después.
Pero no mañana, porque veo a Saty… ¡felicidad!
Oyendo: Good Morning Starshine--- Fifth Dimension
viernes, abril 10, 2009
"Many people think that if they were only in some other place, or had some other job, they would be happy. Well, that is doubtful. So get as much happiness out of what you are doing as you can and don't put off being happy until some future date".
Y volvemos con el sofoco.
Un día de estos te voy a dejar de hablar y a ver qué carambas haces.
Blargh, blargh. Estoy de malas.
En serio no sé qué rayos te pasa por la cabeza. ¿Qué te hace sentirte con tantos derechos sobre mí? Ni mi mamá sabe en qué ando a cada segundo de mi vida, mucho menos tú. Créemelo.
Y no sabes cómo me irrita el hecho de que siempre quieres quedar bien conmigo. ¿Crees que eso te cambia como persona? Déjame romperte la burbujita, corazón. Sigues siendo el mismo, no importa que te me presentes como un héroe o un mártir.
Ay, pobrecito. Ay, hay que ayudarlo. Ay, hagámoslo feliz. PAMPLINAS. Me choca la gente que se hace la víctima para ganarse el cariño de los demás. Yo no soy la arregladora de vidas de nadie. Yo no soy tu salvación, tu mujer perfecta. Estoy hasta el queque de ser la salvadora de todo mundo; el amor de su vida. SÍ, CLARO. Y repito: SÍ, CLARO.
¡Qué cabreo me traigo! Más bien, me provocas.
En verdad que no te entiendo. Lo intento, pero somos tan diferentes que no me cabe en la cabeza tu manera de pensar y de actuar. No comprendo tu egocentrismo y tu interminable indignación. Hago lo que puedo por llevarla en paz, pero no me dejas.
¿Qué quieres de mí?
Sabes que conmigo tus truquitos no funcionan.
Así que, por qué no me dices de una buena vez qué carambas quieres de mí, para que podamos seguir con nuestras vidas en paz. Joder.
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Arrebatos de ímpetu a un lado, me gustaría pedir a domicilio una dotación extra de paciencia, porque últimamente se me termina muy pronto.
Hace unas horas, mi cuarto fue visitado por un demonio del polvo. Y ni siquiera es broma.
Estaba yo sentada, felizmente, enfrente de mi computadora. De pronto, de la nada, una ráfaga titánica arrasó con todo el polvo de la terraza… y me lo vino a dejar en mi cuarto. No sólo en el piso; nooooooooo, al señor demonio del polvo le pareció buena idea dejar su huella en mi cama, mi tocador, mi escritorio, mi computadora, mi librero y en mi comida.
No tengo palabras para describir la cantidad de polvo y hojas secas que había en mi cuarto. Tuve que aspirar todo y barrer como setecientas veces. ¡Vaya manera de perder el tiempo! Gracias, demonio del polvo. Por tu culpa desperdicié horas de mi vida limpiando.
Cuando por fin terminé, era hora de cocinar mis panes sin levadura para esta semana. Era la primera vez que los hacía, y he de decir que no me fue tan mal. Aunque aún no puedo entender por qué se pegaba la masa por todos lados. Probablemente porque no usé manteca, pero en fin. Quedaron un poco dulces, pero qué se le hace; igual me los comeré.
Total, que entre la tolvanera y el pan sin leudar, empezó el Sábado y ya no pude trabajar en el cartel, ni en la foto, ni en el scrap, ni en nada. ¡Qué vida!
Pasando a cuál es mi estado emocional en este momento (la pregunta favorita de Tortuga)…. Y, bueno. Describámoslo en una metáfora, porque de otra manera berreo mucho.
¿Conocen a esas personas que viven en “caos”? De las que tienen su escritorio lleno de cosas en una aparente anarquía, pero saben perfectamente dónde está cada cosa dentro de ese “desorden”. De esas que, después de que limpian y tienen espacio libre, lo van llenando poco a poco, hasta que queda igual que como empezó. Y el tocador se va poblando de cosas: hoy un cepillo, mañana una revista. Que si las tijeras, un collar o unos dulces. Y termina el mueble siendo una batahola; un jolgorio (mudo, y tal vez lúgubre) de contenedores, accesorios y objetos triviales.
Mi estado emocional en este momento es ese tocador.
No hay nada más que profundizar (por ahora).
Oyendo: Pagrag—Maksim Mrvica
lunes, marzo 16, 2009
"The greatest friend of Truth is time, her greatest enemy is Prejudice, and her constant companion Humility".
Creamos o no en alguna entidad divina, es innegable nuestro lugar en el mundo. Habiendo millones de personas (en aumento a cada momento), ¿qué nos hace especiales?
Años y años luz en el universo; nosotros, comparados con la más pequeña de las estrellas no somos más que una pizca de nada. Vamos, que cualquier día nos muerde un perro y podemos morir, o perder un miembro. Qué digo un perro, simplemente cualquier bichito venenoso que nos pique y, o nos hinchamos, o nos morimos.
¿Qué son 70 años comparados con los miles y miles de años de historia documentada? Y muchos de nosotros no tenemos, o no llegaremos a vivir hasta los setenta. ¿Por qué nos damos tanta importancia?
Es verdaderamente humillante (por lo tanto: difícil) reconocer que no somos nada. De ahí que tan poca gente lo haga.
¿Qué pasa cuando te hieren el ego? ¿qué pasa si no eres perfecto? Francamente, nada. No se te cae un brazo, no explotas. Pero a nadie le gusta que le digan que está en el error. Y tampoco nos gustan las cosas que requieren esfuerzo, y nos pasamos la vida buscando la salida fácil a todo.
No es sencillo llevar una vida abnegada, rechazando al ego y a la vanidad… Son extremadamente persistentes y astutos. Nos hacen creer que somos incomparables, nadie como nosotros, no, señor. Pero no olvidemos que hasta una piedra (que no oye, no habla, no se mueve) nos puede matar, y ahí termina todo.
A final de cuentas, por nosotros mismos, no somos nada.
¡Qué declaración! Debo recordarla todos los días, preferiblemente por la mañana.
Oyendo: Happy Boys &Girls-- Aqua
viernes, marzo 13, 2009
"Often when our affection seems wounded it is only our vanity bleeding".
Muchos hombres te dirán que lo que a las mujeres les encanta es sentirse adoradas. De hecho, la mayoría de los varones del mundo están plenamente convencidos de que las féminas viven diseñando planes para que ellos caigan a sus pies y les rueguen por un poquito de atención en sus ocupadas agendas sociales.
No dudo que haya muchas mujeres así en este mundo material en el que vivimos, pero ¿qué hay del resto de nosotras que no somos así? De las que no podemos simplemente sobreseer la relación y desaparecernos de la faz de la tierra; de las que nos sentimos mal cuando no podemos corresponder. Y, quizá lo más importante, de las que nos sofocamos fácilmente al ser cortejadas excesivamente.
Si hay una cosa que me altera en este mundo es que me sofoquen. Mis nervios se ponen a la defensiva y, después de cinco llamadas, quiero aventar el teléfono por la ventana. Luego de seis mensajes de texto, me urge enterrar el celular en una maceta, y lanzar dicho tiesto a la mitad de la calle. A ver si lo atropellan y ya me dejan en paz.
Me enerva tanto, y a la vez, me remuerde. Me siento mal de enojarme, pues finalmente el cortejador también es una persona; no es un pretendiente de piedra. Tiene esperanza… Y me duele lastimar.
Pero, es que ya basta.
Estoy hasta acá de que me estén hable y hable. Y que si el mensajito, y que si la llamada. Y que si vienen a mi casa sin invitación.
Hoy no puedo.
No importa si me hablas tres horas después para ver si siempre sí. O si escoges otro lugar para ir. Si hoy no puedo, NO PUEDO. ¿Es necesario deletrearlo?
Y si me sigues asfixiando, nunca podré, ni querré.
Así que ya déjame vivir.
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Dejando mis arranques a un lado, hoy me di cuenta de que mis tres últimos posts han sido en viernes. Realmente no sé porqué, pero me pareció relevante mencionarlo.
¿Cosas nuevas en mi vida? No hay muchas. Tengo dos semanas yendo al gimnasio y mis músculos están en huelga. Pero me gusta el lugar… y un maestro en específico. Claro que, como es de esperarse, el tipo de hombre que da esas clases es, sin excepción alguna, gay. Qué desperdicio. Nuestros hijos podrían ser hermosos.
Pero en fin. Se me había olvidado mencionar que tengo dos ratonas gordas por mascotas. Son un encanto, y bastante entretenidas. Me la paso observándolas; no les puedo quitar la vista de encima. Le dan variedad y alegría a mis, muy recientes, días de claustro.
Los que me conocen un poco, sea por mi blog o por equis o ye, saben que mi madre es muy propensa a súbitos cambios de humor, por consiguiente, mi vida social se define por “rachas”. Este último mes ha sido la racha de claustro. Pero no es tan malo como suena.
¿Qué más decir? Gracias a Dios por un nuevo día y, por piedad, dame más paciencia para no pisotear mi celular en un arranque de ira.
Oyendo: El ruido de un camión que va por la calle.
viernes, febrero 27, 2009
"How can it be that we can say so much without words?".
Y, sin embargo, hay veces que las palabras son tan necesarias. Generalmente, me encuentro en una situación paradójica en la cual me urge expresar por medio de palabras algo que es irremediablemente inexpresable. Pero el cerebro, necio como él solo, sigue intentando encontrar esas palabras precisas.
Hoy es uno de esos días.
Las crisis emocionales (y, ¿por qué no decirlo?, financieras también) de hogaño le han dado un tono un tanto gris a mi pobre blog. Ya va siendo hora de que le pongamos más color al asunto.
En este día danzo, boyante. Dichosa y sorprendida como ese niño que se encuentra una moneda inesperada en sus bolsillos.
¡Una buena noticia! ¡Bienvenida sea!
Casi no la reconozco, con lo frecuentemente que me visitan sus primas; esas desagradables arpías a las que tanto les gusta pavonearse enfrente de uno, trayendo consigo sólo perfidia, víboras y drama.
¡Pero, que venga! ¡Que entre! ¡Démosle la bienvenida!
Y también las gracias.
¡Qué palabra tan corta para expresar tanto! No me caben la gratitud ni la alegría en siete letras.
Mi mente sigue tratando de encontrar más palabras, pero al final no me queda más que una: GRACIAS.
Realmente el que más se merece mis gracias es mi Dios, pero no hay que olvidar a los seres terrenales que también cuentan.
Y repito: GRACIAS.
Dancemos, pues.
¡Es momento de regocijo!
Oyendo: Una rumba por aquí—Gypsy Kings
viernes, febrero 06, 2009
"Something inside me called freedom came alive".
Asfixia emocional. Y, de pronto, luz al final del camino. La puerta de la jaula se abre. El primer paso hacia fuera siempre es el más difícil…
¿Está la jaula en el piso, o al primer paso que demos caeremos hacia lo desconocido? No hay manera de saber, pero hay que salir.
¿Por qué todo duele? Me encuentro con la conclusión de que no importa qué decisión tome, últimamente todas las consecuencias afligen. ¿Será una maldición? ¿Será aquello que denominan karma? ¿O será esa tremebunda palabra llamada adultez?
Bruscamente llega y no avisa; igual que el recibo del teléfono. Cuando menos acuerdas ya tienes veintitantos y se esperan de ti cosas. Los problemas pasados pierden importancia y son reemplazados por sus primos, nuevos y mejorados. Las decisiones comienzan a tener consecuencias graves, y el drama nunca termina.
Siempre he sido bastante obtusa para las transiciones. No se me dan muy bien, a decir verdad. Sólo me queda el consuelo de que todos pasamos por ellas… y así que digan qué gran consuelo, pues sinceramente no. Pero qué se le va a hacer.
Al final del día seguimos aquí, con los mismos problemas esperando para ser resueltos. Y no nos queda de otra más que, igual que el día anterior, intentar zanjarlos de una buena vez.
¿Qué le pasó a la soñadora de ayer? Esa ninfa alada que ruega por libertad, que suplica por un minuto de mente en blanco, que implora porque se le deje vivir… ahí sigue, afortunadamente. Un poco despachurrada, pero siempre ingenua, alegre, feliz. Hay tantas cosas por las que quiere bailar, ufana y dichosa. Es realmente una pena que esté prensada por tanta adultería (que no es lo mismo que adulterio). A veces, cuando nadie mira, sale y baila, y grita, y ríe.
¡Quién la viera, tan cándida!
Baila, princesa nereida, baila. Vuela en aquel torbellino de ensueño que nunca existió, pero que sigue allí.
Nada como la fantasía.
Oyendo: Live Forever—The Rasmus
lunes, enero 26, 2009
"I am falling, I am fading, I am drowning, help me to breathe".
Tengo un hambre de los mil diablos. Y también un hastío insoportable; ya no quiero nada.
Mientras le doy un sorbo a mi sopa misoshiru instantánea (por aquello de los mil diablos) me doy cuenta de que he llegado a un punto en el que no hay retorno. Un callejón sin salida… me he atorado.
Siendo el ave libre que siempre he sido, mi instinto es, naturalmente, salirme de este ambiente que perjudica mi bienestar. Emigrar a las tierras cálidas y alejarme del invierno que no deja crecer a las plantas. Pero, claro, como aparte de ave libre también soy un pan remojado, me duele el corazón por alejarme de las personas que se alojan en mi corazón.
Decisiones, decisiones. La vida está llena de ellas y yo las detesto. Siempre dejan al famoso verbo muerto en la cabeza de uno, y se queda ahí, atormentando.
Hoy siento que es mejor la opción A, pero mañana la B es tan tentadora. Pasado mañana las mando a las dos a la porra por C, y al día siguiente volvemos con A.
Ser inestable apesta como carroña de tres semanas.
¿Y si me voy lejos, lejos, muy lejos? Allá donde podré poner mis prioridades de regreso a donde deben estar; allá donde podré crecer en gracia y sabiduría. Allá, siempre allá y no aquí.
Me cuesta aceptarlo, pero como dice Mocedades: desde que tú te has ido, hay un rumor a invierno. Eres A de andamio, pero mañana estoy con B de biología. Ya no quiero nada.
Un día agarraré y me iré… y a ver quién me encuentra. Me duele hasta el astrágalo, pero lo más importante en mi vida está en juego; no lo pienso arriesgar. Y que Dios me acompañe (por favor).
Oyendo: El ruidito que hace el calentador.
jueves, enero 08, 2009
"We all have big changes in our lives that are more or less a second chance".
Este post contiene escritos que vagan por mi moleskine y que se me ocurrió postear. Sin más, helos aquí.
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Por los primeros de diciembre me preguntaba:
¿Les ha pasado que por mucho tiempo quieren algo y cuando por fin lo tienen ya no saben si lo quieren o no?
La naturaleza humana es demasiado voluble para mi bienestar mental. Me pone mal el hecho de que ya no sé si estoy segura. Ese “pensándolo bien” del demonio.
Pensé que sería fácil, antes las cosas pasadas no importaban (ni tampoco volvían para atormentarme). Ahora estoy toda confundida. Si esto se tratara tan sólo de un objeto, otra cosa sería. Pero se trata de una persona, como yo; con sueños, deseos y sentimientos. ¿Qué es lo que quiero? Me choca no saber. Odio la maldita confusión y detesto la indecisión con todo lo que tengo.
¿Qué pretendes, mente? ¿y por qué siempre estás peleada con mi corazón? ¿Qué quieren ambos de mí? No entiendo nada. Pero tengo miedo… aunque no estoy segura de qué es a lo que le tengo tanto pavor. ¿A Lastimar? ¿a que me lastimen? ¿al señor de los tamales oaxaqueños?
Dios, no sé qué estoy haciendo, ¡ayúdame, por favor! Ya no sé qué rayos. Y tengo mucho miedo; horror, incluso.
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Historias de aeropuerto. Tengo tantas.
En un ambiente lleno de susurros de multitudes, es difícil no tener (o crear) historias en torno a las criaturas que se encuentran en esta selva de maletas, retrasos y café.
Allá; veo que uno de ellos llora. Uno inicialmente asume que se trata de una partida dolorosa; pero la astuta criatura nos engaña, pues se ve llegar a su compañera y todo se revela en un abrazo mojado.
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Una memoria de agua; de esas que se escurren por todos lados y te ahogan en recuerdos mojados. Y se tardan mucho en secar, o nunca lo hacen. ¿Qué hacer? Si no se seca, ya ni la espera sirve.
¡Ojalá fuera una planta! Moriría y sólo queda la tierra, con la que puedes enterrar y continuar. Incluso tirar la maceta a la basura y olvidarte de ella para siempre. Pero ¿qué se hace con un montón de agua insecable? No hay más que moverla de un lado a otro, esperando poder olvidarse de su existencia, pero se sabe que nunca desaparecerá realmente. Y duele.
Nunca pensé que el agua podía doler.
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Escucho esa canción trillada que anuncia la llegada (y partida) del codiciado camión de los helados. Mi corazón salta y baila porque se sabe la tonada de memoria. ¡El camión de los helados, por fin!
De pronto, mientras bajo las escaleras, sucede algo en mis tripas. Antojo. Mi boca, acuosa, empieza a decidirse a que no tomará otro sabor que no sea mango.
Escalón tras escalón, el deseo aumenta; cada paso me acerca más. Sólo uno más, uno más, uno más.
No he abierto la puerta y ya lo estoy saboreando. Mmmm, se derrite en mi boca; un océano tropical de sensaciones maravillosas. Lo veo tan claro en mis manos, tan cerca.
Abro la puerta y embisto a la calle, como un animal salvaje. Música en crescendo, mi boca no soporta más.
-Me da un helado de mango, por favor.
-Lo siento, pequeña, pero ese ya se me terminó. ¿Quieres de otro sabor?
Shock. Negación. Quiero caer en mis rodillas, pero se niegan a ceder.
¿Ahora qué?
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Hay cosas que una siempre se dice que nunca hará. Para algunas es no cortarse el cabello, para otras es no volver a comer ese postre lleno de calorías; y para mí… bueno.
Mi naturaleza voluble me da unos corajes tremendos. Que si sí, que si no, que si ya no sé. Lo detesto, pero este odio no me da control, así que a final de cuentas sigo en la inestabilidad.
¿Cómo se quita uno la incertidumbre de encima? ¿Se la puedo aventar al de al lado? ¡Ojalá pudiera! Pero seguro el de al lado ya tiene su propia dotación.
¿Cómo deshacerse del no saber? O, por lo menos, de la desesperación que provoca. No importaría no saber nada si no nos desesperáramos por ello.
No puedo, no sé, no sé. Un revoltijo de emociones ha impregnado mis últimas semanas. Es como un potaje malvado siendo hervido por una bruja fea, con verrugas.
¿Por qué no pudo haber sido un caldito de pollo o una crema de zanahoria y calabaza? No. Tenía que ser ese estofado maloras. Y todo esto es sólo lo que me provoca el simple aroma que proviene del caldero. No quiero saber lo que pasará si algún día le doy un trago al menjurje. Probablemente explote, o se me caiga un brazo. (O ambas).
Una siempre se dice “No me voy a acercar a esa poción del mal”, pero ya con el vaso en la mano, las cosas son diferentes. Incluso imaginamos que no huele tan mal, podría saber bien.
Claro, nadie escucha a Pepito Grillo, y el pobre se desgañita los pulmones para que dejemos ese vaso en paz; pero no lo hacemos.
Igual que aquel doctor, nos tomamos el brebaje de un tiro. Ya está todo hecho.
¿Vuelta atrás?
¡Quisieras!
(La verdad es que yo también quisiera).
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Hoy no paro de escribir, tengo tanto que decir. Bueno, cabe especificar que no es tanto decir sino sacar; luego se me quedan atoradas las cosas y todos sabemos que eso no lleva a nada bueno.
Creo que también influye el hecho de que hace mucho que no escribía así, como vomitando. Se te sale todo, sin más. La verdad es que se siente bien; es casi liberador, pero los problemas siguen ahí, acechando.
Hoy pienso, no tanto en problemas sino en dudas (que realmente son problemas, pero llamémoslos ‘dudas’ para causar menor impacto emocional). Cosas que pensé que había dejado atrás, pero recientemente me di cuenta de que me han seguido secretamente todos estos años. Estas dudas ninjas ahora se abalanzan sobre mí, revelando su vigencia. Es verdad que uno nunca está realmente seguro de nada.
Te miré y dije cosas que eran tanto ciertas como falsas. Vi en tus ojos una añoranza, un algo que quería salir, pero se quedó atrapado. ¿Tendría caso dejarlo salir ahora? ¿podría volar libre? No, yo tampoco lo creo.
Pero aun sabiendo esto a ciencia cierta, no puedo dejar de preguntarme si tenía razón, si alguna vez adiviné esa añoranza elusiva.
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No paro de pensar; de ir de un lado para el otro. Que si derecha, que si izquierda. Voy y vengo, y no sé dónde quedarme.
Oyendo: El silencio de la madrugada… y mi tos.