lunes, mayo 29, 2006

"I refuse to believe that love can die".


Arranque contra las hormonas.


Detesto a las hormonas. De verdad. Putas sean, ¡todas ellas!

Te hacen llorar por la cosa más mínima. Te hacen sensible al más ligero gesto. Ese ínfimo detalle que jamás notas, hoy te tiene con una caja de kleenex y un litro de helado.

Que si te mira, no te mira igual. Que si no te mira, te quieres suicidar. ¿Por qué las hormonas juegan con tu mente?

Las maldigo a todas. Se confabulan con las inseguridades y te atacan cuando menos lo esperas. Te apuñalan en la espalda y te tienen como Magdalena por horas.

Y lloras y lloras. Y te imaginas las historias más tristes, sólo para darte cuenta (al día siguiente) de que eran puras tonterías.

Yo sé que mañana esto me va a parecer una estupidez. Pero eso no me quita la tristeza que tengo ahorita. No hace que las lágrimas se vayan. Al contrario, todas parecen tener reservas interminables del mentado líquido.

Y nada parece matarlas. Es como pelear con un enemigo invencible. Sólo esperas a que venga la siguiente batalla, que termine, y que te dejen en paz por quién sabe cuánto tiempo. Hasta que se les antoje volver.

¡Putas! ¡Zorras! ¡Esquineras! ¡Todas ustedes!


Oyendo: There's a Fine, Fine Line--Avenue Q





No hay comentarios.:

Publicar un comentario